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Ciudades en bancarrota: ¿La "vía al Tercer Mundo" de los países (antes) avanzados? (página 2)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

"El gobernador de California, Arnold Schwarzenegger,
advirtió el viernes que su estado necesita recortar
programas sociales para poder cerrar una brecha presupuestaria de
más de US$ 19.000 millones"…
Ultimátum
presupuestario en California (BBCMundo –
15/5/10)

El actor de cine y político que encabeza la
octava economía más grande del mundo comparó
los niveles de endeudamiento del estado más poblado de
Estados Unidos con la situación que se vive en algunos de
los países de la zona del euro.

"Ven lo que está pasando en Grecia, ven lo que
está pasando en Irlanda, ven lo que está pasando en
España ahora", dijo Schwarzenegger en alusión a los
abultados déficits fiscales y las medidas de austeridad
que los gobiernos de esos países se han visto obligados a
adoptar.

Schwarzenegger dijo en rueda de prensa en Sacramento que
California no tendrá más remedio que eliminar US$
12.400 millones en gastos en lo que queda del actual año
fiscal y en el siguiente.

"Algunos programas sociales ya han sido recortados.
Ahora el gobernador Arnold Schwarzenegger quiere eliminar un
programa que ayuda a más de un millón de personas a
buscar trabajo y a recapacitarse", señaló el
corresponsal de la BBC en California, Rajesh
Mirchandani.

En California el desempleo todavía ronda por
encima del promedio estadounidense y las recaudaciones
tributarias del mes pasado estuvieron US$ 3.000 millones por
debajo de lo que se esperaba.

"California necesita dinero desesperadamente, pero el
gobernador y sus colegas republicanos se niegan a elevar los
impuestos. Ellos sostienen que eso sofocaría la
generación de empleos en el sector privado y
ralentizaría cualquier recuperación
económica", agregó Mirchandani.

Los demócratas que controlan la legislatura
estatal sostienen que no están dispuestos a aceptar un
presupuesto que proteja las desgravaciones para los negocios a
expensas de las subvenciones para las guarderías
infantiles. "Estos recortes son absolutamente inaceptables",
señaló a la agencia Reuters el presidente del
Senado de California, Darrell Steinberg.

La constitución de California exige que el
presupuesto sea aprobado por una mayoría de dos terceras
partes. En la práctica eso ha dificultado el consenso
presupuestario.

Las agencias calificadoras actualmente cotizan la deuda
pública de California ligeramente por encima del nivel
"basura".

El proyecto de presupuesto presentado por el gobernador
incluye la eliminación del programa de asistencia
pública CalWORKS y de muchos programas de atención
a los niños, además de un recorte de 60% en los
servicios de salud mental.

"Una nueva encuesta sobre las "ciudades más
miserables" en Estados Unidos sugiere que cinco de las 10 peores
se encuentran en California"…
¿Es California uno de
los peores lugares para vivir en EEUU? (BBCMundo –
12/2/11)

Peter Bowes, de la BBC, evalúa si la vida en el
estado realmente ha empeorado:

Mientras corro a lo largo de la playa, bajo un cielo
azul, con los rayos del sol invernal cayendo, recuerdo con
frecuencia que "la vida no puede ser mejor". Ha sido una gloriosa
semana en Los Ángeles y la mayor parte de California. El
clima templado de febrero está demostrando que la vida
aquí puede ser muy buena. Para muchos el sol representa el
"sueño de California", aunque la riqueza y la propiedad
privada usualmente también juegan un papel en la imagen
romántica del estado más poblado de
EEUU.

Y ahí es donde mi argumento comienza a
caer.

Para mucha gente la vida podría ser mejor de lo
que es, y una nueva encuesta de la revista Forbes concluye que el
"estado dorado nunca se había visto tan poco dorado". La
región está en el epicentro de la crisis de las
ejecuciones hipotecarias -o liquidaciones-, el desempleo
está muy por encima del promedio nacional y los elevados
impuestos están afectando los negocios.

Como resultado, ocho de los 20 lugares en la lista anual
de "Ciudades más miserables en EEUU" recaen en California.
La clasificación toma en consideración una serie de
factores como la economía, las tasas de delitos, factores
sociales y climáticos, incluyendo qué tan bien le
va a los equipos deportivos.

"La ciudad más miserable"

La ciudad de Stockton, en el norte de California, ocupa
el primer lugar de la lista por segunda ocasión en tres
años. En los últimos años, la comunidad ha
sido golpeada fuertemente por la crisis hipotecaria, y el precio
de la vivienda ha caído 67% en promedio desde 2005. La
ciudad sufre una alta tasa de crímenes y se estima que el
desempleo alcanzará 18% este año.

"La economía ha sufrido más que en otras
ciudades", dice el alcalde de Stockton, Bob Deis, quien muestra
su desacuerdo con la metodología del estudio. "Usar datos
y llegar a conclusiones generales sobre la ciudad es
engañoso y no ayuda a nadie", asegura.

El alcalde, quien se mudó recientemente a
Stockton desde los idílicos viñedos del estado,
asegura que el ánimo en la ciudad está lejos de
mostrarse decaído. "La ciudad tiene muchas cosas positivas
y es cualquier cosa menos miserable", afirma llamando la
atención sobre el fuerte sentido de comunidad y un
escenario artístico en auge.

"Escoger un lugar para vivir es como escoger un
restaurante de comida china, obtienes 10 opciones diferentes",
añade. "Desde mi perspectiva vivimos en el Delta de
California, que tiene su propia belleza. Cruzar el delta del
río en una embarcación en un soleado día
primaveral u otoñal es fantástico".

Stockton se encuentra en el Río San
Joaquín, en el borde este del delta que se extiende por
buena parte del norte de California.

Deis también dice que el clima en el norte del
estado es lo "opuesto a lo que te hace sentir miserable".
"Viví en Oregon y Washington por cerca de 17 años y
la falta de sol durante el otoño y el invierno
definitivamente nos impactaba. Tener sol tiene un gran impacto en
tu calidad de vida", dice.

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El estado ha sufrido una grave crisis
inmobiliaria: una casa en liquidación

Recortes de empleo en el estado

La capital del estado de California, Sacramento, se
ubica en la quinta posición en la lista de ciudades
miserables del país, y es fácil identificar la
miseria en una ciudad donde los empleados del gobierno
están siendo despedidos en masa.

Mientras el estado lucha para controlar un
déficit presupuestal de US$ 28.000 millones, muchos
empleados públicos han sufrido una reducción
salarial y han tenido que trabajar menos horas. Los viernes de
licencia, cuando muchos trabajadores estatales están
obligados a tomarse el día, y cierran bibliotecas y
edificios públicos, se han convertido en un lugar
común.

"Trabajo en el centro en una tienda de
productos de arte", afirma Joe Gallegos quien ha vivido en
Sacramento toda su vida. "En un día de licencia, el centro
de Sacramento está vacío al 75% y eso realmente
afecta los negocios que dependen de los trabajadores
públicos", agrega. "Junto con el mercado inmobiliario que
colapsó hace unos cuantos años, nos ha golpeado
mucho".

Pero Gallegos, quien está tratando de lanzar un
negocio casero junto con su esposa fabricando edredones,
también se burla de la noción de que vive en una
ciudad miserable. "Me río de eso", asegura y afirma que
él y su esposa viven en un "lugar lindo" y pagan poca
renta.

"No somos consumidores en el mismo nivel que muchas
otras personas. Ahorramos mucho, hacemos jardinería, no
comemos fuera, ni comemos comida rápida. Ajustamos los
costos a nuestro estilo de vida", dice. "No soy una persona
materialista y eso me hace menos miserable".

Y también cita al clima californiano como una
razón para mantenerse positivo. "Los rayos de sol son
constantes. Estamos a un par de horas de la bahía y la
Sierra Nevada", afirma. "Hay muchas personas en Sacramento que
les gusta el surf y el esquí en la nieve y tenemos muchas
rutas ciclistas. La gente pasa mucho tiempo afuera y creo que eso
los hace un poco más felices", añade.

Las aflicciones de California están lejos de
acabarse. Su nuevo gobernador, Jerry Brown, comenzó a
implementar medidas de austeridad que resultará en
privaciones para millones de personas mientras busca controlar el
déficit.

(Septiembre 2013)
Donde van los que tiene perdida la FE(D)

Los objetivos de la Reserva Federal (FED) en la
aplicación de su política monetaria son: lograr el
máximo empleo, la estabilidad de precios y tipos de
interés moderados a largo plazo.

Hasta la quiebra de Lehman la decisión más
relevante de cada reunión de la FED se centraba en la
subida, mantenimiento o bajada de los tipos de interés. El
"tsunami" provocado por la quiebra del banco de inversión
estadounidense hizo que no fuera suficiente situar los tipos de
interés a cero para estimular la economía y evitar
una profunda recesión. La FED tuvo que empezar a adoptar
una serie de medidas heterodoxas imprimiendo dinero para comprar
bonos del Tesoro y bonos respaldados por hipotecas (MBS:
mortgage-backed securities). (Bancos centrales: las medidas
extraordinarias no son eternas – El Confidencial –
17/9/13)

La actuación de la FED ha sido contundente,
multiplicando su balance por más de 3,5 veces.
Inicialmente adquirió activos por valor de un
billón de dólares (trillón americano) a
través de lo que se conoció como QE1 (quantitative
easing, o política cuantitativa). A finales de
2010 anunció el QE2, consistente en la compra de
600.000 millones de dólares adicionales en bonos
del Tesoro, además de reinvertir
250.000-300.000 millones de dólares procedentes de
vencimientos de MBS. Posteriormente, en septiembre de 2011, la
Reserva Federal aprobó un nuevo programa denominado
Operación Twist, que evita el incremento del balance de la
FED. El programa consistía en cambiar activos de corto
plazo por activos de largo plazo. Hasta ese momento todas las
medidas heterodoxas anunciadas por la FED tenían un
horizonte temporal definido de inicio y final.

En septiembre de 2012 la FED dio un paso más y
anunció la inyección mensual de
85.000 millones de dólares mediante la
adquisición de bonos del Tesoro y de MBS sin
señalar fecha de finalización de dicho programa.
Mientras esté vigente, el balance de la FED se
seguirá incrementando. Dicha política ha de tener
un límite, no puede ser permanente sin perniciosos efectos
colaterales.

Tras lo anunciado en junio pasado, la institución
monetaria pretende dejar de comprar bonos del Tesoro, es decir,
"dejar de incrementar su balance", cuando la tasa de paro se
encuentre en el 7%. Actualmente se sitúa en el 7,3%.
Parece razonable que poco a poco la FED aumente su balance a
menor ritmo, minorando el volumen de compras mensuales. No supone
en absoluto un endurecimiento de su política monetaria,
sino una "laxitud" menos intensa. Previsiblemente no se
alcanzará el nivel de tasa de paro del 7% hasta bien
entrado el 2014. Hasta entonces, el balance de la Reserva Federal
seguirá incrementándose y la política
monetaria seguirá siendo expansiva.

De acuerdo con las propias indicaciones de la FED, los
tipos de interés, actualmente en cero, no se
incrementarán hasta que la tasa de paro baje del 6,5%, o
incluso más tarde si la inflación sigue por niveles
inferiores a los establecidos como objetivo de la FED (2%). En
cualquier caso, no parece realista contemplar una subida de tipos
de interés en EEUU por lo menos hasta
2015.

"Sombras… nada
más" (
armas financieras de destrucción
masiva)

El problema de la aplicación de medidas
extraordinarias y excepcionales es la rápida
adaptación de los agentes económicos a las medidas,
considerándolas rápidamente como normales y
permanentes.

Nada parece importar en la dinámica actual de
cuanto peor, mejor en la medida que implica una
prolongación en el tiempo de las políticas
expansivas de los bancos centrales. Ni siquiera el susto dado por
los países en desarrollo a finales del mes de agosto ha
servido como piedra de toque para la cautela inversora.
Más madera, es la guerra. (El monstruo que causó la
crisis resurge de sus cenizas – El Confidencial –
17/9/13)

Una vez más ha sido alguien relacionado con el
Banco Internacional de Pagos de Basilea -que se ha convertido en
el Pepito Grillo de la complacencia general, poniendo los puntos
sobre las íes incluso a sus propios miembros, los bancos
centrales, el que ha lanzado la voz de alarma (The Telegraph-AEP,
"BIS veteran says global credit excess worse than pre-Lehman",
15-09-2013).

"Miren ustedes", ha afirmado William White, execonomista
jefe de esa casa y ahora en la OCDE, "esto es como 2007…
pero peor. Todos los desequilibrios que condujeron al desastre
siguen ahí. No sólo eso, en el mundo desarrollado
hay un 30% más de deuda que entonces y las burbujas
en peligro de estallar abruptamente, como la de las naciones
emergentes, se multiplican". Eso por no hablar de cómo
eran las expectativas futuras entonces y cómo son ahora en
términos de crecimiento y bienestar colectivo.

Se estima que el PIB mundial en el año 2012
rondó los 70 billones de dólares en nomenclatura
española, en concreto unos 71,62 billones. Por su
parte los derivados OTC suponían según el BIS 632
billones de dólares a finales de 2012. Con un sencillo
cálculo vemos que dichos derivados OTC ¡equivalen a
9 veces la economía mundial! Motivo por el cual muchas
personas, inclusive en el mundo financiero, creen que de
producirse una crisis que afecte a estos instrumentos
sería el "acabose". ¿Hasta qué punto son
fundados estos miedos? ¿Equivalen los derivados realmente
a 9 veces la economía mundial? (¿Pueden los
derivados equivaler a 9 veces la economía mundial? – El
Confidencial – 16/9/13)

La respuesta rápida es sí, aun
tratándose de estimaciones, el montante hipotético
de derivados determinado por el BIS y su comparación con
el PIB mundial no dejan lugar a dudas.

Si bien, aquí, lo importante no es lo afortunado
o desafortunado de la comparación, lo importante
es… ¡632 billones de dólares! La cifra es
realmente imponente y da igual que lo comparemos con el PIB o con
los 212 billones de activos financieros que McKinsey estima
existen en el mundo, da igual si hacemos la comparación de
forma agregada o la hacemos en un país particular como
EEUU donde se calcula que se originan más de 1/3 de los
derivados mundiales con un PIB que no llegó a los 17
billones en 2012. Hagamos la comparación que hagamos, la
cifra asusta. Una simple pérdida del 11% sobre el valor
hipotético del total de derivados OTC y el PIB mundial se
volatilizaría.

Concluye White que el mundo financiero ha perdido en
estos cinco años una oportunidad única para sentar
las bases que impidan situaciones como las vividas en 2008. La
adicción al dinero fácil, que se refuerza con tipos
más bajos y mayor expansión monetaria con cada
crisis, se antoja para el economista casi irresoluble. Y, mirando
la divergencia entre actividad real y burbuja de liquidez, entre
bolsillo ciudadano y comportamiento, por ejemplo,
bursátil, se puede confirmar lo dicho.

Cinco años después que el colapso de
Lehman Brothers desató la mayor crisis financiera global
desde la Gran Depresión, sectores bancarios
sobredimensionados han hecho añicos las economías
de Irlanda, Islandia y Chipre. Los bancos en Italia,
España y otras partes no están prestando lo
suficiente. El auge del crédito en China se está
convirtiendo en un fiasco. En resumen, el sistema financiero
mundial sigue siendo peligroso y disfuncional. Cinco años
de no reforma financiera (Anat Admati – Project Syndicate –
13/9/13)

Peor aún, a pesar de años de debate, no se
ha alcanzado un consenso sobre la naturaleza de los problemas del
sistema financiero -mucho menos sobre cómo solucionarlos-.
Y eso parece reflejar el poder político de los
bancos.

En otras palabras, el crecimiento económico y del
préstamo ha sufrido desde 2007 porque las instituciones
financieras altamente endeudadas no pudieron absorber sus
pérdidas, no por regulaciones que intentaban reducir su
nivel de endeudamiento. Las regulaciones vigentes cuando
estalló la crisis eran inadecuadas y se las había
implementado de manera igualmente inadecuada, mientras que las
reformas propuestas desde entonces no fueron mucho mejores. Las
reformas propuestas en Basilea III, por ejemplo, les
permitirían a los bancos financiar hasta el 97% de sus
activos con dinero prestado; algunas inversiones se podían
hacer enteramente con fondos prestados.

Algunos dicen que los bancos son por naturaleza
especiales, porque distribuyen los ahorros de la sociedad y crean
liquidez. De hecho, los bancos se han vuelto especiales
principalmente por su capacidad para realizar tantas apuestas a
expensas de los demás. Nada sobre la intermediación
financiera justifica permitirles a los bancos distorsionar la
economía y poner en peligro a la población como lo
hacen.

"Desafortunadamente, a pesar del enorme daño
causado por la crisis financiera, es poco lo que ha cambiado en
la política de los bancos. Son demasiados los
políticos y los reguladores que ponen sus propios
intereses y los de "sus" bancos por delante de su
obligación de proteger a los contribuyentes y a los
ciudadanos. Debemos exigirles que cumplan mejor su trabajo", dice
Anat Admati (Professor of Finance and Economics at the Stanford
Graduate School of Business, is co-author (with Martin Hellwig)
of The Bankers" New Clothes: What"s Wrong with Banking and What
to Do about It).

Antecedentes
(decíamos ayer…: el "contar de los
contares")

Del Paper – Las "externalidades" de la
globalización: ¿Cuán peligrosa es la
economía global
?, publicado el 15/9/11

La vulnerabilidad a los impactos externos (con la
perspectiva que dan los años transcurridos… y
algunas crisis padecidas)

La generación perdida (¿and
then?)

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En la foto anterior podría estar usted, o yo
mismo (la generación empobrecida), sus hijos, o los
míos (la generación perdida), y probablemente, los
hijos de sus hijos, o mis nietos (que tendrán que buscar
en los libros de historia la explicación de tanta
estolidez). ¿Es éste el futuro que queremos
dejarles? ¿Cómo lo ve?

Difícil tendrán entender (y no digamos
perdonar), cómo y por qué existió una
generación de dirigentes políticos y empresarios
(también burocráticos organismos internacionales,
ilustres académicos, distinguidos publicistas, y
mediáticos líderes de opinión, todo hay que
decirlo), que se dedicó con tanto ahínco a condenar
a muerte su futuro.

Tan o más complicado tendrán comprender (y
no digamos perdonar), cómo y por qué hubo una
generación de contribuyentes (como usted o yo mismo) que
lo toleró, sin iniciar una "rebelión
cívica". ¿Tendrán derecho a pensar (digo
yo), que todo ha sido consecuencia del "voto de los tontos"? Pues
eso.

Memorias de la involución: una "pequeña
historia", para padres (acomplejados), hijos (anestesiados) y
nietos (¿revisionistas?)

El mal no muere de muerte natural

Primero intoxicaron con aquello del "fin de la historia"
(que no me olvido, Mr. Fukuyama), luego vino el FMI
(también la OMC, la OCDE, el BM, y otras "sopas de
letras") a contarnos que el librecambio produciría el
"mayor incremento de riqueza mundial jamás visto",
después se descubrió que la "tierra era plana"
(¿verdad Mr. Friedman?). Lo demás fue "coser y
cantar"… ¿o no?

Con el respaldo de Margaret Thatcher y Ronald Reagan
como "médicos de cabecera" (hasta donde se tendrán
que remontar nuestros nietos para estudiar los orígenes de
la globalización económica) comenzó el
proceso de desregulación, privatización y
financierización, que ha terminado en la mayor crisis
económica desde el año 1929 (que se dice
fácil). De aquellos polvos (en el sentido que quieran
darle), estos lodos.

Las corporaciones multinacionales se volvieron
salvajes… el dinero se volvió loco… se
montó una economía de casino… la turbo
economía… la economía de
Madonna…

Cada trimestre las empresas cotizadas debían
(deben) examinarse ante el altar laico de Wall Street…
Había (hay) que ofrecer resultados por encima de las
expectativas del mercado… más, siempre más
(de cualquier manera)… el "profit warning" era (es) una
palabra maldita… los inversores podían (pueden)
castigar la cotización de la compañía, los
analistas podían (pueden) modificar su opinión de
sobreponderar (o mantener) a infraponderar (o vender), con lo que
estaba (está) todo perdido. Llegada esa situación,
"the game is over"… Fin de los bonus, fin del Porsche, fin
del loft en TriBeCa…

Así, "poquito a poco" (como se inician casi todas
las tragedias, de las que luego nadie recuerda su origen), las
empresas comenzaron un intenso proceso de deslocalización
o tercerización (para disminuir costos y aumentar
utilidades) que llevó a la pérdida de empleos en
los países desarrollados (de mayores salarios), y al
aumento de empleos en los países en desarrollo (de menores
salarios). La relación de costos de la mano de obra
pasó (fácilmente) de 10 a 1. Los márgenes de
utilidad crecieron. Wall Street premió el esfuerzo. Cada
vez que una empresa anunciaba recortes de personal, su
cotización en bolsa subía. Todos felices:
analistas, agentes bursátiles, accionistas,
directivos… menos los trabajadores, que perdían sus
empleos o debían aceptar contratos basura. Nadie
parecía advertir que esos mismos trabajadores eran,
finalmente, los "consumidores" que mantenían el circo en
funcionamiento. La avaricia y la corrupción, podían
con todo.

A los "desocupados" de los países desarrollados
les prometieron empleos en el sector servicios (por obra y gracia
de las nuevas tecnologías), que nunca llegaron o que,
cuando llegaron, fueron insuficientes. ¿Acaso todos pueden
trabajar el Silicon Valley?

Cuando la "sopa boba" de las nuevas tecnologías
no alcanzó para todos, al enorme "ejército en la
reserva", a los trabajadores de usar y tirar, a los atenazados
por el salario del miedo, a los "reponedores" de Wal-Mart, a los
"utileros" de McDonald"s, a los temporales, a los
precarios… se les ofreció crédito ilimitado
para que continuaran "tirando del consumo". El dinero
fácil sustituyó al empleo estable y la tarjeta de
crédito, se transformó en la eucaristía de
la misa atea celebrada en el altar de Wall Street. La fiesta
debía (debe) continuar. El becerro de oro presidía
la función… Ora pro Nobis.

Para que los subempleados y los desocupados, pudieran
seguir practicando el "consumismo feliz" o alcanzaran el
sueño de la casa propia, la banca inventó los
"créditos subprime" (ingeniería financiera). Y
dónde no llegó el dinero plástico
(crédito fácil), pudo hacerlo la
"titulización" (hipoteca fácil). La
titulización dispersa el riesgo. El gran invento de los
bancos para repartir la mierda crediticia por el mundo
mundial.

La ingeniería financiera, apoyada en las
infinitas combinaciones construidas con sus derivados,
había (ha) permitido la proliferación de activos
que se habían (han) considerado, tal vez demasiado
fácilmente, como una panacea de seguridad y estable
rentabilidad para el mundo financiero. Una proyección al
límite sobre la cresta de la ola.

La financierización (libre movimiento de
capitales), la avaricia (de los bancos), los bonus (de los
banqueros) y la estupidez de los bancos europeos (con la
más que presumible complicidad de las autoridades de
control), hicieron el resto. Así "poquito a poco" (como
dije antes), se fue "globalizando" la mayor crisis financiera
desde 1929.

A la deslocalización de la producción
(antes), le siguió la deslocalización de la deuda
(entonces). Del boom de la burbuja, se pasó al colapso de
la burbuja. Un final previsible del espiral de avaricia y
enriquecimiento rápido.

"Buscar chivos expiatorios es demasiado
fácil. Los que se encargan de controlar el riesgo
especulativo en la Comisión del Mercado de Valores
estadounidense (SEC) se quedaron dormidos al volante, al igual
que los responsables de los bancos centrales de Estados Unidos y
Reino Unido, y el nuevo Banco Central Europeo. ¿Y
dónde estaban las grandes, probadas y fidedignas empresas
contables? Liderando y apoyando la embestida hacia abismos
desconocidos de endeudamiento y riesgo, en lugar de tratar de
controlarlos. Y la lista no se acaba nunca
"… (No lo
digo yo, que lo suscribo, sino que lo decía el Nobel de
economía, Paul A. Samuelson – El País –
8/6/08).

En las próximas páginas podrán
ustedes leer dramáticas historias sobre las "ciudades
malditas"… donde habitan los "trabajadores
abandonados"… por "empresarios cegados por la
avaricia"… y "gobiernos ahogados en la cleptocracia".
Ciudades en bancarrota: ¿apocalipsis laboral y social?
¿destrucción creativa? ¿casualidad o
causalidad?

– Apocalypse Now: de
la Big Economy, a la Mac Economy

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Vacas gordas, y flacas

"La ciudad de Stockton, en el estado de California,
está a punto de convertirse en la localidad estadounidense
más grande en declararse en bancarrota"…
La mayor
ciudad de EEUU que enfrenta la bancarrota (BBCMundo –
27/6/12)

"Es la decisión más difícil y
tortuosa que he enfrentado", le dijo la alcaldesa Ann Johnson al
cabildo municipal, que respaldó la medida. Sin embargo,
añadió, es necesaria para dar comienzo al proceso
de recuperación.

La ciudad portuaria de 290.000 habitantes, ubicada a 144
kilómetros al este de San Francisco, sufrió
considerablemente durante la crisis del mercado inmobiliario en
Estados Unidos.

Acogerse al llamado "capítulo 9" de la ley
estadounidense, que contempla la situación de bancarrota,
le permitirá a la ciudad mantener a sus acreedores a raya
mientras sigue pagando por servicios básicos como los
departamentos de policía y bomberos.

El boom inmobiliario fue bueno para Stockton. Inundada
de dinero proveniente de impuestos sobre la propiedad, la ciudad
desarrolló su ribera, con un puerto deportivo y un
complejo de instalaciones recreativas y negoció generosos
beneficios de salud y pensiones para los empleados
municipales.

Pero en los últimos tres años, las
autoridades han tenido que manejar un agujero fiscal de US$ 90
millones, a través de una serie de recortes
drásticos. En concreto, se deshicieron de un cuarto de la
fuerza policial, un tercio de los bomberos y cerca del 40% de los
demás empleados. También redujeron salarios y
beneficios.

La tasa de desempleo y crímenes violentos figura
entre las más altas de la nación. Una de cada 195
casas fueron objeto de ejecución hipotecaria el mes de
mayo (2012), de acuerdo con RealtyTrac, un sitio que mantiene una
base de datos sobre inmuebles reposicionados y en
subasta.

Cerca del 15% de la población no tiene trabajo,
lo cual equivale al doble del promedio nacional. Edificios
públicos han sido retomados por los bancos. El
ayuntamiento iba a mudarse a una nueva sede, pero desde que
Stockton se quedó sin dinero, la edificación
también fue objeto de ejecución
hipotecaria.

Abandonar el barco

Mike Brooking, un nativo de Stockton de 50 años
dueño de una cafetería, les echa la culpa a las
autoridades municipales. Dice que empezaron a pagar pensiones y
beneficios mucho más allá de lo aconsejable. "Le
dieron a los empleados, y su familia, servicios de salud
aún después de dejar sus trabajos", señala
Brooking. "¡Aún a personas que estuvieron empleadas
por un solo mes. La municipalidad no podía pagarlo
entonces y no puede pagarlo ahora. Nadie goza de tales
garantías", añade. Como consecuencia de los
recortes, se queja, los delincuentes andan de su cuenta y no hay
empleo.

George Estrada, de 35 años, quien solía
trabajar en una tienda de regalos en la misma calle de la
cafetería de Brooking, apunta que es muy difícil
encontrar trabajo. "Todos quieren irse de la ciudad",
asegura.

Stockton está situada en el corazón de una
de las regiones agrícolas más productivas de
Estados Unidos. La ciudad fue construida cerca del río San
Joaquín, adonde los productos de los campos californianos
son llevados para transporte. Stockton siempre vivió de la
agricultura, pero Estrada, como otros jóvenes con altos
niveles de educación, no están interesados en
trabajar los ardientes campos de California recogiendo cerezas o
almendras. Estrada es uno de quienes quieren irse. Está
buscando trabajo en la zona de San Francisco. Dice que lo
más duro de vivir en Stockton es el alto índice de
criminalidad.

"Efectivamente, se han incrementado los casos de
crímenes violentos", ratifica Joe Silva, un veterano con
16 años de experiencia en la fuerza policial. Según
Silva, el año 2011 se produjo una cifra récord de
58 homicidios. Pero se espera que 2012 la supere ampliamente.
Pasado solo medio año ya se han registrado 31 asesinatos,
frente a 17 en la misma época el año
anterior.

En 2008, la ciudad tenía presupuesto para 441
oficiales de policía. Hoy tiene 317. Silva dice que esta
semana se espera el ingreso de más uniformados, así
como la implementación de una estrategia para patrullar
los vecindarios más peligrosos de Stockton. Se espera que
los cambios saquen a la ciudad de la lista de "Ciudades
más miserables de Estados Unidos", compilada por la
revista Forbes. La situación parece haber mejorado, aunque
no lo suficiente: en 2011 ocupó el número 11 en la
lista. En 2010 había sido la número 1.

Motor City se declara en bancarrota

"La ciudad de Detroit, que acaba de declarar la
mayor bancarrota municipal de la historia estadounidense, eleva a
ocho el número de ciudades o condados que se han acogido a
este procedimiento desde 2011
"… Detroit, la octava ciudad
de EEUU en declararse en bancarrota desde el 2012 (El Comercio.pe
19/7/13)

Detroit, en el norte del país y conocida como
Motor City por su pujante industria automovilística, ha
acumulado una deuda de unos 18.000 millones de
dólares.

El declive industrial de la ciudad se ha materializado
en la pérdida del 60% de sus habitantes desde los
años cincuenta, aunque solo entre 2000 y 2010
experimentó la salida de un cuarto de su población
por la crisis económica, dejando partes de la ciudad
convertidas en auténticos barrios fantasma.

Otras ciudades que se declararon en quiebra

En el año 2012, tres ciudades de California -,
San Bernardino y Stockton, próximas a Los
Ángeles, y la turística Mamonth Lakes– se
declararon en quiebra.

San Bernardino, una ciudad con un 60% de
población hispana, cayó en julio de 2012 en la
bancarrota por la crisis económica y la
paralización del mercado de la vivienda.

Los ayuntamientos de Mammonth Lake, el 3 de
julio, y Stockton, el 28 de junio, determinaron seguir el
mismo camino de Detroit por problemas derivados de la
gestión municipal.

En mayo de 2012, la ciudad de Central Falls, en
el estado de Rhode Island (este del país), anunció
su bancarrota después de acumular una deuda de más
de 4.800 millones de dólares. La medida fue aprobada por
los tribunales en septiembre de 2012.

La industrial Harrisburg, en el estado de
Pensilvania (este del país), se declaró
también en quiebra en octubre de 2011 después de
años de luchar contra la pesada carga que suponía
una deuda superior a los 300 millones de dólares por la
construcción de una incineradora. La bancarrota fue
rechazada porque las leyes del estado prohíben esta medida
a los municipios.

También en 2011, Jefferson County, el
mayor condado de Alabama (sur del país), entró en
suspensión de pagos después de acumular deudas por
un montante de 4.000 millones de dólares, la cifra
más alta hasta la declarada por Detroit.

Boise County, en Idaho (centro del país),
se acogió en marzo de 2011 a la bancarrota ante los
tribunales al no poder hacer frente al pago de 5,4 millones de
dólares al que había sido condenado su ayuntamiento
por un tribunal. Finalmente, su petición fue rechazada en
noviembre tras alcanzar un acuerdo con sus acreedores.

Así es la quiebra en EEUU

La quiebra en Estados Unidos es un proceso legal que
permite que una persona (física o jurídica) que no
pueda afrontar sus obligaciones de pago se descargue de la
responsabilidad de afrontar alguna de ellas. Las leyes federales
permiten a los gobiernos locales declararse en bancarrota siempre
que la misma esté permitida por las leyes del
estado.

Cada estado impone sus limitaciones y cuantifica el
criterio por el que los municipios pueden acogerse. En Montana,
por ejemplo, la mayoría de los municipios puede hacerlo
aunque no los condados. En cambio, en Georgia se prohíbe
explícitamente la medida.

La "ciudad del motor" sepultada por las deudas: casas
por un dólar

Monografias.com

"Sepultada por una crisis interminable, la ciudad de
Detroit, en la que llegaron a venderse casas por un dólar
(75 céntimos de euro) en 2008, acaba de suspender pagos en
lo que constituye la mayor reestructuración de la deuda de
una ciudad estadounidense de la Historia"…
La ciudad de
Detroit suspende pagos con una deuda de 15.000 millones de euros
(elmundo.es – 19/7/13)

En total, la "ciudad del motor" cancela el pago de
intereses y principal de una deuda estimada en 20.000 millones de
dólares (15.200 millones), después de que el
Gobierno de Barack Obama haya rechazado rescatarla. Los pasivos
de Detroit son casi siete veces los del condado de Jefferson, en
Alabama, que suspendió el pago de sus 3.100 millones de
euros (3.900 millones de dólares) en 2007, en lo que hasta
ahora era la mayor crisis municipal de EEUU.

La suspensión de pagos se ha producido
después de que el administrador especial de la ciudad,
Kevyn Orr, no haya logrado un acuerdo con los acreedores. En
Estados Unidos, sin embargo, las suspensiones de pagos son mucho
menos dramáticas que en Europa. Simplemente se trata de
procesos en los que el deudor se reestructura y los acreedores se
resignan a ver cómo pierden una parte de su
inversión. La petrolera Texaco (en la actualidad, parte de
Chevron) o el condado de Orange (uno de los más ricos del
país, en California) están entre las entidades que
han suspendido pagos en el pasado sin mayores
problemas.

Aun así, la situación financiera de
Detroit es un ejemplo de la crisis de muchos centros urbanos
estadounidenses, cuyos ingresos fiscales fueron pulverizados por
la recesión de 2007 a 2009, combinada con el cambio
estructural de su economía. Detroit fue en los años
40 "el Arsenal de la Democracia", por los vehículos
blindados y armas que se hacían en sus fábricas.
Después pasó a transformarse en 'la ciudad del
motor', en la que la gente era 'fan' de un fabricante de coches u
otro como en otros sitios se puede serlo de un equipo
deportivo.

El declive de la industria del motor estadounidense, que
lleva, con altibajos, desde los 70, ha sido lo que ha tumbado a
Detroit. Hoy, el municipio tiene 700.000 habitantes, apenas el
35% de su máximo en los años 50. La
población de clase media y media-alta se ha trasladado a
los suburbios, donde vive en las clásicas viviendas
unifamiliares estadounidenses, huyendo del centro, que ha sido
tomado por vagabundos y tres casinos en los que ancianos funden
sus pensiones en máquinas tragaperras a la sombra de las
monumentales torres del cuartel general de General
Motors.

El 36% de la población vive por debajo del umbral
de la pobreza, y Detroit es la ciudad de más de 200.000
habitantes con una tasa de delincuencia más alta de todo
EEUU. Más de 40.000 solares y viviendas vacíos han
hecho que el Ayuntamiento haya lanzado un plan para derruir
edificios abandonados. Todo ello en la ciudad en la que
está la sede de tres empresas que han construido la
tercera parte de los coches que circulan en todo el
mundo.

A eso se ha sumado la corrupción, que
llegó al extremo con el ex alcalde de la ciudad, Kwame
Kilpatrick, que está en la cárcel por una lista
considerable de delitos entre los que figura haber tratado de
pegar una paliza al policía que fue a arrestarle a su
casa.

La situación, así, se ha agravado. Al irse
a los suburbios (que en EEUU no tienen el sentido derogatorio de
España, sino al contrario), los residentes más
ricos han dejado de pagar impuestos a Detroit, que es donde se
concentran los pobres. Ahora, la suspensión de pagos
obligará a la ciudad a recortar todavía más
los programas de asistencia social.

Monografias.com

Es la mayor bancarrota en la historia de Estados Unidos:
fue la capital mundial de la industria del automóvil pero
perdió el 60% de su población desde 1950

"Detroit, la legendaria Motortown, la Ciudad del
Motor, es insolvente. Así de tajante fue el gobernador
Rick Snyder al anunciar la tarde del jueves que había
autorizado la mayor suspensión de pagos municipal en la
historia de EEUU, para así solucionar un problema fiscal
que empezó a gestarse hace seis décadas y que se
hizo insostenible durante la última crisis que
azotó a la industria del automóvil"…

Las horas más bajas de Motortown (El País –
19/7/13)

Monografias.com

"Necesitamos que la ciudad más grande de Michigan
esté sana y sea fuerte", comentó al exponer los
motivos que le llevaron a dar este paso. "Arreglar las finanzas
de la ciudad ayudará a invertir en áreas claves
para mejorar la calidad de vida de los vecinos e incentivar el
crecimiento, crear un ambiente para atraer familias,
jóvenes profesionales y empleos",
remachó.

La ciudad lleva viviendo de prestado desde hace casi una
década. Su deuda es de 18.500 millones de dólares y
su déficit de 330 millones. En la actualidad, 38 centavos
de cada dólar que ingresa van destinados a pagar
intereses, beneficios sociales y otras obligaciones. En cuatro
años serán 65 centavos. Dicho sin cifras, el
municipio no es capaz de generar los ingresos necesarios para
hacer frente a sus obligaciones y funcionar.

Las cuentas públicas son un reflejo de lo que
pasa en la calle. Detroit es una ciudad deprimida. Hace seis
décadas era la cuarta metrópoli de EEUU. Ahora
tiene la mitad de la población, unos 700.000 habitantes.
La policía tarda casi una hora en responder, frente a los
11 minutos de media nacional. El 47% de las propiedades no pagan
a tiempo los impuestos municipales. El paro es el triple que en
2000, del 18,3%.

La declaración de la suspensión de pagos
tiene como objetivo protege al municipio de los cerca de 100.000
acreedores. Un juez supervisará la negociación y el
cumplimiento de los términos de la reestructuración
de la deuda. Así que lo que está por ver ahora es
qué y cuánto se paga, a la vez que se garantizan
los servicios básicos al ciudadano, como policía,
bomberos y sanitación.

El endeudamiento de los municipios y estados es un
problema que lleva preocupando desde hace años en EEUU. El
caso de Detroit, en todo caso, es extremo y no es representativo
de lo que está pasando en este momento en el país.
Pero si pone en evidencia una serie de problemas comunes, como la
contracción del mercado inmobiliario y el efecto de la
alta tasa de paro.

El colapso fiscal de la ciudad de Michigan podría
generar nuevas dudas entre los inversores de bonos municipales,
un mercado valorado en casi cuatro billones de dólares y
que es clave para financiar proyectos públicos como obras
en infraestructuras. Aunque como insisten desde Standard &
Poor´s, las condiciones de Detroit son conocidos. "No son
una sorpresa", insiste.

Las bancarrotas municipales son raras en EE UU. Hubo
nueve declaradas este año y una docena el pasado. Desde
1954 se cuentan un total de 61 en total. Antes de Detroit
destacaron las de San Bernardino (California) y la de Stockton
(California) hace un año. También fue llamativa la
del condado de Jefferson (Alabama), en noviembre de 2011. Ese
año lo intentó Harrisburg (Pensilvania).

En paralelo, durante la última crisis
surgió un debate sobre el papel que debía adoptar
el Gobierno federal ante casos como este o la delicada
situación financiera que llevó a California a
bordear la bancarrota. ¿Si se ayudó a Wall Street y
al sector del automóvil, por qué no a un municipio?
Pero los rescates son un asunto polémico en un Washington
dividido.

La cuarta ciudad en importancia de la nación en
la década de los cincuenta ha certificado que sus arcas
están vacías de dinero

"La de Detroit ha sido una lenta agonía que
acabó emitiendo un latido plano el pasado jueves cuando el
administrador de la ciudad anunció que se acogía al
Capítulo 9 de la ley de bancarrota de Estados Unidos.
Considerada por su arquitectura como el París del medio
oeste americano y la cuarta ciudad en importancia de la
nación en la década de los cincuenta, la cuna de la
industria del automóvil norteamericana ha certificado por
escrito que sus arcas están vacías de dinero y
llenas de pagarés y sus barrios deshabitados pero con
tasas de crimen desorbitadas"…
Detroit toca fondo tras una
larga agonía (El País – 20/7/13)

Los dos millones de habitantes con los que llegó
a contar la ciudad situada en el Estado de Michigan en los
años cincuenta -cuando acosada por el racismo y la falta
de trabajo los afroamericanos del sur decidieron emigrar al norte
atraídos por una boyante industria del automóvil
que empleaba a uno de cada seis estadounidenses-, Detroit fue
viendo como su población descendía en caída
libre debido al crimen y unos servicios públicos que
remitían al subdesarrollo propio de países
tercermundistas.

En la actualidad el censo lo componen poco más de
700.000 almas, cifra a la que se ha llegado desde el lento
declive iniciado en 1967 tras unos disturbios raciales que se
encuentran entre los más violentos de la historia del
país. En la última década, el deterioro se
aceleró con brutales cifras que lo prueban: el paro se
sitúa en el 18% (más del doble de la media
nacional); cerca de 80.000 edificios están abandonados o
seriamente dañados; la policía tarda 58 minutos en
responder a una llamada frente a los 11 de media nacional; y el
40% del alumbrado eléctrico, sencillamente, brilla por su
ausencia y no funciona.

Detroit es la mayor ciudad de la historia de EEUU que
suspende pagos y lo hace como última alternativa para
poder reestructurar sus cuentas públicas ahogadas por una
deuda estimada en 20.000 millones de dólares. "Sé
que muchos de ustedes verán lo que está sucediendo
como un momento bajo en la historia de la ciudad", ha declarado
el Gobernador Rick Snyder en una carta en la que autoriza la
solicitud de bancarrota. "Siendo esto correcto también
creo que serán los cimientos para el futuro de la ciudad,
lo que no ocurriría si no le diéramos la
oportunidad de empezar libre de la carga de una deuda que no
puede pagar", finaliza el Gobernador.

Pocos o ningún político ha contestado la
decisión o ha solicitado un rescate de la ciudad, como se
hizo con la industria del automóvil, que hoy se encuentra
recuperada y creciendo, nada más iniciarse la
Administración de Barack Obama. Ayer, la Casa Blanca
anunciaba que seguía de cerca lo que sucedía en la
ciudad y que se comprometía a "seguir apoyando su fuerte
alianza" con Detroit. Quienes quisieron ver en el renacer de
Chrysler y General Motors esperanzas para sus vidas en la ciudad
ven ahora esas expectativas frustradas, ya que según los
expertos las bancarrotas de las corporaciones nada tienen que ver
con las municipales y sus desarrollos y resultados son muy
distintos.

Los jueces resuelven una suspensión de pagos de
una empresa liquidando bienes y reorganizando capital. En la
bancarrota de una ciudad, los acreedores deben resignarse a
perder una parte o toda su inversión mientras que se trata
de que los empleados públicos y los jubilados sufran lo
menos posible -aunque lo harán-. El trámite sobre
si acepta o no la bancarrota puede durar de uno a tres meses.
Pero pueden pasar años antes de que la ciudad renazca de
nuevo, si algún día lo hace.

Considerada "el arsenal de la democracia" por todos los
vehículos y armas que se hacían en sus
fábricas durante la guerra fría, la Ciudad del
Motor -y cuna de la música del mismo nombre, cuyas sede
cambio de domicilio social hace ya tiempo- ha sufrido lo que
muchos otros centros urbanos del país, que han visto
cómo sus ingresos fiscales fueron consumidos en la
recesión de 2008. En Detroit, cada día era menor la
base a la que imponer impuestos mientras que había que
seguir manteniendo una ciudad inmensa, repleta de pensionistas
necesitados de un sistema de salud a la altura de sus
necesidades.

Desde mediados de los años cincuenta, unas
sesenta ciudades, pueblos, condados y municipios se han acogido
al Capítulo 9 de la Ley de Bancarrota de EEUU. Pero la
deuda de Detroit es astronómica comparada con, por
ejemplo, los casi 4.000 millones de dólares que el Condado
de Jefferson (Alabama) declaró en 2011. Nueva York o
Cleveland en los setenta o Filadelfia hace dos décadas
estuvieron también al borde de la ruina pero finalmente
salieron a flote sin necesidad del Capítulo 9.

Un círculo vicioso de pobreza -el 36% vive por
debajo de ese umbral-, desesperación, violencia e
implicaciones raciales se rompió el 25/7, aunque incluso
la decisión de nombrar un administrador para que ejecute
la bancarrota, Kevyn Orr, ha sido visto como un intento del
congreso estatal en manos de blancos republicanos por intentar
quedarse con el control de la ciudad, de base demócrata y
con más de un 80% de la población de raza
negra.

Una ciudad donde ya nadie quiere vivir

"Detroit fue un próspero foco de industria y
cultura. Años de decadencia la han convertido en la
primera gran urbe de EEUU que quiebra. Así es la vida en
las calles donde nadie quiere vivir"…
La ciudad del
motor se gripa (El País – 27/7/13)

En los años cincuenta, Detroit, conocida como
Ciudad del Motor, llegó a contar con dos millones de
habitantes. En la actualidad, el censo lo componen poco
más de 700.000 personas, cifra a la que se ha llegado
desde el lento declive iniciado en 1967 tras unos disturbios
raciales que se encuentran entre los más violentos de la
historia de Estados Unidos. En la última década, el
deterioro se ha acelerado de forma brutal: el paro se
sitúa en el 18% (más del doble de la media
nacional); cerca de 80.000 edificios están abandonados o
seriamente dañados; más de la mitad de los parques
han cerrado desde 2008, y el 40% del alumbrado eléctrico,
sencillamente, brilla por su ausencia.

Detroit es la mayor urbe de la historia de EEUU que
suspende pagos, y lo hace ahogada por una deuda estimada en
20.000 millones de dólares. El paulatino deterioro de la
ciudad y el fracaso de todos los intentos de reactivarla han
llevado a esta situación. La despoblación de la
ciudad, especialmente de las clases media y alta, ha reducido muy
significativamente los ingresos por impuestos -solo el 53% de los
propietarios de viviendas pagan sus tributos-. En Detroit,
más de un tercio de las personas viven bajo el umbral de
pobreza.

Esta situación ha desencadenado un
altísimo nivel de delincuencia. Expertos en seguridad
sostienen que es la ciudad más peligrosa de Estados
Unidos. La policía tarda 58 minutos en responder a una
llamada, frente a los 11 de media nacional. Algo parecido sucede
con los servicios médicos. Solo un tercio de las
ambulancias municipales funcionan. Las basuras se acumulan en las
calles: el Ayuntamiento no tiene dinero para reparar los camiones
de la basura.

El paro duplica la media nacional, la mitad de los
parques ha cerrado y la población es tres veces menor que
en los cincuenta

Hubo un tiempo en el que en Detroit todo era lujo y
grandeza. Ahora nadie quiere vivir aquí. La gente acude a
trabajar, pero su hogar no es este. Los rascacielos de los
gigantes del automóvil, como General Motors o Chrysler,
siguen dominando sus extensas avenidas. En algunos de ellos,
situados junto al río, se han hecho intentos de
rehabilitación. Se construyeron grandes centros
comerciales y cines, pero con escaso éxito. La gente va en
coche a su trabajo y, cuando termina, escapa de la ciudad. No
gasta un minuto de su ocio aquí. Tampoco han triunfado los
intentos municipales por captar nuevos habitantes.

Hasta el Instituto de Artes de la ciudad (DIA, por sus
siglas en inglés), que rivaliza con el Metropolitano, el
Guggenheim o el MOMA de Nueva York, ha visto como Kevin Orr, el
encargado de gestionar la quiebra de la ciudad, ha pedido una
auditoría de todas sus obras. "Las obras recolectadas
durante estos años son el resultado del esfuerzo y dinero
de grandes coleccionistas y filántropos que querían
devolver a la comunidad, por medio del arte, todo ese trabajo y
esfuerzo que hizo de Detroit una gran ciudad", asegura Salvador
Salort-Pons, doctor en Historia del Arte y jefe del departamento
de arte europeo del DIA, junto al mural que Diego Rivera
realizó para Henry Ford y que narra el trabajo cotidiano
en una planta de coches. "El museo adquirió el
autorretrato de Van Gogh en 1922 y, como esta, contamos con miles
de obras de gran relevancia. La colección pertenece a los
ciudadanos y es algo que se debe conservar porque cuenta la
historia, nuestra historia".

En la oficina del alcalde los nervios son evidentes.
"Dave Bing está muy ocupado, lo que dicen los
periódicos es verdad, estamos arruinados", explica el
portavoz del Ayuntamiento, Anthony Neely. La corrupción
política también ha contribuido al desastre. El
pasado 11 de marzo, el exalcalde Kwame Kilpatrick fue condenado
por corrupción. Un jurado le declaró culpable de
una serie de delitos; entre ellos, asociación
ilícita. Durante el juicio, que duró cinco meses,
Kilpatrick fue presentado como un político sin
escrúpulos que recibió sobornos y
amañó contratos mientras estuvo en el cargo hasta
2008. La fiscalía dijo que Kilpatrick operaba una
"maquinaria privada de hacer dinero" desde la alcaldía de
Detroit.

Esta semana se ha celebrado la primera audiencia sobre
la bancarrota. La jueza Rosemary Aquilina tenía, entre
otras cosas, que determinar si la solicitud de quiebra era
constitucional. Finalmente recomendó al gobernador de
Michigan, Rick Snyder, que "reconsiderase sus acciones" porque
este ya había autorizado la bancarrota. Tras la
decisión de la magistrada, el fiscal general de Michigan,
Bill Schuette, presentó una apelación y
solicitó que el proceso se acelerase.

"La declaración de bancarrota realmente no ha
cogido por sorpresa a los habitantes de Detroit", explica Steve
Palackdharry, de Southwest Solutions, organización que
trabaja para mejorar el bienestar y salud en la ciudad. "Entiendo
el alcance mediático que está teniendo esta
situación de bancarrota, el problema ahora es quién
va a conseguir equilibrar la balanza para que salgamos del
agujero. Lo importante no es solo desarrollar determinadas zonas,
como Downtown, sino hacer de los barrios más perjudicados
sitios más seguros y saludables".

Steve Stanek, investigador del Instituto Heartland y
editor de la revista Finance, Insurance & Real Estate News,
habla de las consecuencias: "No creo que la quiebra de Detroit
vaya a tener un gran impacto económico a nivel nacional,
pero lo tendrá a nivel local, y será bueno si los
juzgados acaban con los contratos fastuosos que los funcionarios
de Detroit han estado recibiendo. Los sindicatos del Gobierno han
sido los dueños de la ciudad durante muchos años,
lo que obligó a la gente más pobre a pagar altos
impuestos. La bancarrota da a la ciudad una oportunidad de volver
a empezar".

¿Cincuenta Grecias?

– Detroit, la nueva Grecia (El País –
27/7/13) Lectura recomendada

(Por Paul Krugman)

Cuando Detroit se declaró en quiebra, o al menos
lo intentó (la situación legal se ha complicado),
sé que no fui el único economista que tuvo un mal
presentimiento sobre el probable impacto que tendría en
nuestra retórica política. ¿Iba a ser lo de
Grecia otra vez?

Está claro que a algunos les gustaría que
eso ocurriera. Así que dirijamos esta conversación
por buen camino antes de que sea demasiado tarde.

Vale, ¿de qué estoy hablando? Como
posiblemente recordarán, hace unos años Grecia se
hundió en una crisis fiscal. Esto era malo, pero las
consecuencias para el resto del mundo deberían haber sido
limitadas; al fin y al cabo, la economía griega es
bastante pequeña (de hecho, representa alrededor de 1,5
veces la economía del Detroit metropolitano). Por
desgracia, muchos políticos aprovecharon la crisis griega
para adueñarse del debate y cambiaron el tema de la
creación de empleo por el de la rectitud
fiscal.

Pero lo cierto es que Grecia era un caso muy especial
del que se podían extraer pocas o ninguna lección
para la política económica más en general, e
incluso en Grecia los déficits presupuestarios eran solo
una parte del problema. No obstante, durante un tiempo, el
discurso político en todo el mundo occidental estuvo
totalmente "helenizado": todo el mundo era Grecia o estaba a
punto de convertirse en ella. Y este mal giro intelectual
socavó enormemente las posibilidades de
recuperación económica.

Así que ahora los cascarrabias del déficit
tienen un nuevo caso que malinterpretar. Da igual que la
pronosticada crisis fiscal de Estados Unidos no se materialice, o
la fuerte caída en las previsiones sobre los niveles de
deuda estadounidenses, o que muchos de los estudios que
utilizaban los cascarrabias para justificar sus sermones hayan
sido refutados; ¡obsesionémonos con los presupuestos
municipales y las obligaciones de las pensiones
públicas!

Detroit parece haber tenido un sistema de gobierno
especialmente malo, pero, fundamentalmente, la ciudad solo ha
sido una víctima inocente de las fuerzas del
mercado

O mejor no.

¿Constituyen las desdichas de Detroit los
primeros estadios de una crisis nacional de las pensiones
públicas? No. Desde luego, las pensiones estatales y
locales están insuficientemente financiadas y expertos del
Boston College cifran el déficit total en un billón
de dólares. Pero muchos Gobiernos están adoptando
medidas para solucionar ese déficit. Estas medidas siguen
sin ser suficientes; los cálculos del Boston College
indican que las aportaciones totales a las pensiones este
año serán unos 25.000 millones de dólares
menos de lo que deberían. Pero en una economía de
16 billones de dólares, eso no es gran cosa, y aunque nos
pongamos en el peor de los supuestos, en las suposiciones
más pesimistas, como nos dicen que deberíamos hacer
algunos, aunque no todos, los contables, sigue sin ser gran
cosa.

Entonces, ¿ha sido Detroit particularmente
irresponsable? Una vez más, no. Detroit parece haber
tenido un sistema de gobierno especialmente malo, pero,
fundamentalmente, la ciudad solo ha sido una víctima
inocente de las fuerzas del mercado.

¿Qué? ¿Las fuerzas del mercado se
cobran víctimas? Por supuesto que sí. A fin de
cuentas, a los entusiastas del mercado libre les encanta citar a
Joseph Schumpeter, que hablaba de la inevitabilidad de la
"destrucción creativa", pero ellos y su público
invariablemente se describen siempre como destructores creativos,
no como los creativamente destruidos. Pues adivinen: alguien
siempre acaba siendo el equivalente moderno de un productor de
látigos de carruaje, y ese podría ser
usted.

A veces, los perdedores del cambio económico son
individuos cuyas aptitudes se han vuelto superfluas; a veces son
empresas que prestan servicio a un sector del mercado que ya no
existe, y a veces son ciudades enteras que pierden su lugar en el
ecosistema económico. El declive es una
realidad.

Es verdad que en el caso de Detroit, la
disfunción política y social parece haber empeorado
las cosas. Una consecuencia de esta disfunción ha sido un
caso grave de "dispersión laboral" en la zona
metropolitana; los empleos abandonaron el núcleo urbano
aun cuando el empleo en el área metropolitana de Detroit
seguía creciendo, y aun cuando otras ciudades estaban
viviendo una especie de renacer de los centros urbanos. Menos de
una cuarta parte de los trabajos que se ofertan en la zona
metropolitana de Detroit se encuentran a menos de 20
kilómetros del céntrico barrio tradicional de
negocios; en el centro de Pittsburgh, otro ex gigante industrial
cuyos días de gloria son cosa del pasado, la cifra supera
el 50%. Y la relativa vitalidad del centro de Pittsburgh
podría explicar por qué la que fuera capital del
acero da muestras de un renacer, mientras que Detroit no para de
hundirse.

Por tanto, mantengamos desde ya un debate serio sobre la
mejor manera en que las ciudades pueden gestionar la
transición cuando sus fuentes tradicionales de ventaja
competitiva desaparecen. Y mantengamos también un debate
serio sobre nuestras obligaciones como país con aquellos
conciudadanos que han tenido la mala suerte de encontrarse
viviendo y trabajando en el lugar equivocado en el momento
equivocado, porque, como decía, el declive es una
realidad, y algunas economías regionales acabarán
contrayéndose, tal vez de manera drástica, hagamos
lo que hagamos.

Lo importante es no permitir que el debate sea
secuestrado, como ocurrió con Grecia. Hay gente influyente
a la que le gustaría que creyeran que la defunción
de Detroit es básicamente una historia de
irresponsabilidad fiscal o de empleados públicos
avariciosos. No lo es. En buena parte es solo una de esas cosas
que suceden de vez en cuando en una economía siempre
cambiante.

(Paul Krugman es profesor de Economía de
Princeton y premio Nobel de 2008. © 2013 New York Times
Service)

Un viaje a la "ciudad fantasma" de Detroit

Monografias.com

Una pintada en un edificio abandonado del centro
financiero de Detroit

"El centro de Detroit, al borde del río que
hace de frontera con Canadá en esta zona de los Grandes
Lagos, está dominado por las torres de acero y cristal de
la «sede global» de General Motors. Dice la leyenda
urbana que los despachos de los principales directivos miran
hacia el otro país, para no tener que ver abajo la
decadencia de una ciudad que ha acabado declarándose en
bancarrota -la mayor de un ente público en la historia de
EEUU- , con una deuda de 18.000 millones de
dólares"…
Viaje a Detroit, el "templo fantasma" de
la industria del automóvil de EEUU (ABC.es –
28/7/13)

Allí abajo, en uno de los barrios del este de
Detroit, la parte menos favorecida de la urbe, este domingo
sonaban palmas. Seguían el ritmo del gospel. Momentos
antes habían sido las cabezas las que seguían, en
gestos de asentimiento, los comentarios del pastor al alabar el
discurso dado dos días antes por el presidente Obama sobre
la discriminación racial que en sus vidas han
experimentado muchos afroamericanos. Nos dimos las manos para
rezar. "Nací y me crie aquí, y nunca me
iré", dijo después, a la salida del templo, Alfonso
Piars, de 70 años, como remachando lo que quizás
había sido su oración al Todopoderoso. Amen.
Así sea.

Hubo un tiempo en que la feligresía de esta
parroquia del Sagrado Corazón era blanca. La iglesia fue
construida por inmigrantes alemanes. Pero la ciudad mutó.
En la década de 1950, cuando Detroit alcanzó su
mayor gloria, con 1,8 millones de habitantes, contaba con un 83%
de blancos. Hoy, con menos de 700.000 residentes, ese mismo
porcentaje corresponde a la población negra. La
cuestión racial no es la razón de los problemas de
Detroit, pero los acompaña.

"La ciudad comenzó a desmoronarse en el mismo
minuto en que Henry Ford comenzó a construirla. El coche
hizo Detroit y el coche deshizo Detroit", escribe Charlie LeDuff,
reportero del "Detroit News", en su libro-elegía "Detroit:
An American Autopsy", recientemente publicado. Detroit llevaba la
autodestrucción en sus genes: la misma industria del
automóvil que supuso el ascenso de la ciudad,
facilitó la salida de sus habitantes hacia los condados
vecinos, despoblándola.

Por razones socioeconómicas, primero fueron los
blancos los que comenzaron la fuga hacia los alrededores
-aspiración de mejores casas y mejores colegios-; les
siguieron las propias fábricas -mayores espacios para sus
cadenas de montaje automatizadas-; luego también se han
marchado los afroamericanos que han podido -más seguridad,
menos gueto-, e incluso los muertos, desenterrados en algunos
casos para seguir su descanso eterno en los suburbios
(término que en EEUU tiene acepción
geográfica, de connotaciones positivas).

El resultado es una ciudad con 78.000 edificios
vacíos (38.000 de los cuales están en condiciones
peligrosas) y 66.000 solares sin ocupar. Manhattan y San
Francisco podrían caber en ellos, aseguran los expertos.
Las cifras oficiales hablan también de un 40% de farolas
estropeadas y de una media de 58 minutos de demora en la llegada
de la Policía tras una llamada considerada prioritaria.
Dos tercios del parque de ambulancias está estropeado en
un día cualquiera, y los bomberos no deben usar las
escaleras hidráulicas de sus camiones salvo "inmediato
riesgo para su vida", pues no han sido inspeccionadas en
años.

Las "Tres Grandes"

"Las cosas van a ir mejor", responde a esa lista de
objeciones Alfonso Piars, tras los cantos de gospel.
Trabajó durante treinta años en Chrysler, y ahora
dos hijos suyos trabajan en Ford. Los cuarteles generales de
Chrysler estuvieron en su día en Detroit y luego se
movieron fuera; los de Ford siempre estuvieron en Dearborn,
municipio vecino de Detroit y donde Henry Ford había
nacido. Esas dos marcas, junto General Motors, son conocidas como
las "Tres Grandes" de la industria del automóvil
estadounidense. Las tres compañías son fruto de la
absorción de muchas de las 125 compañías
automovilísticas que ya en 1915 había en la zona y
que fueron el gran reclamo inmigratorio (algunos de sus nombres
perviven: Cadillac, Chevrolet, Dodge, Buick…).

Los Piars -padre e hijos, con sus familias- residen en
Detroit. "Nadie debería marcharse, hace falta gente que
esté aquí y pague aquí sus impuestos, si no,
¿cómo se van a cubrir los gastos de los servicios
municipales?", dice Alfonso, que no sabe por qué su madre
le puso un nombre latino, en lugar de la versión en
inglés, si sus inmediatos ancestros provenían de la
Alabama negra.

"La culpa la tienen los políticos", interrumpe un
hombre, sin presentarse, llegado del estado de Misisipi para
visitar la rama de su familia que una o dos generaciones
atrás vino a Detroit. "Ha sido la codicia del
Ayuntamiento, tanto pedir a General Motors que retenga
aquí sus oficinas, y luego la exprimieron a impuestos,
así que la compañía envió los puestos
de trabajo fuera de aquí", asegura.

La noticia de la bancarrota de la ciudad de Detroit ha
llenado estos días titulares más épicos que
ciertos. Se ha hablado del hundimiento de "Motortown" y dado la
impresión de que toda el área metropolitana de
Detroit se ha despoblado. Pero desde hace tiempo en el
término municipal de la capital ya no se producen coches
"todas las plantas se trasladaron fuera" y además el
área de Detroit no solo no ha perdido población,
sino que ha pasado de los tres millones de la década de
1950 a los cuatro millones de la actualidad. Asimismo, la zona ha
salido de la crisis en la que se encontraba todo el país,
gracias al rescate federal otorgado en 2009 a General Motors y
Chrysler tras declararse en suspensión de pagos. Hoy la
industria del automóvil y la región "han vuelto",
como dicen los anuncios.

El problema es la gestión del gobierno de la
ciudad de Detroit. La acelerada pérdida de residentes en
su término municipal -un punto desencadenante fueron las
tensiones raciales en los disturbios de 1967- ha ido reduciendo
los ingresos por impuestos del Ayuntamiento, al tiempo que este
se ha visto obligado a mantener la extensión de ciertos
servicios, porque sus 360 kilómetros cuadrados de
superficie siguen siendo los mismos que cuando tenía casi
el triple de población. Así, aunque haya hileras de
casas abandonadas, la limpieza de las calles y su iluminado o la
recogida de basuras debe preservarse igualmente, en
atención a quienes aún quedan en ellas.

La tijera

Cincuenta años de alcaldes demócratas
también han supuesto continuos pactos con los sindicatos:
ausencia de grandes conflictos a cambio de escasos recortes de
plantillas. El recurso que quedaba era el endeudamiento,
disparado además por el nivel de corrupción
municipal que han protagonizado algunos ediles. El anterior
alcalde, Kwame Kilpatrick, fue condenado por extorsión y
sobornos. Dada la situación, a comienzos de año el
estado de Michigan nombró un administrador especial para
Detroit. Kevyon Orr, un abogado de Washington especialista
precisamente en bancarrotas, debe decidir dónde meter la
tijera. De los 18.000 millones de dólares de deuda, la
mitad corresponde a salarios y pensiones de empleados
municipales.

Alfonso Piars confía en que las pensiones apenas
se toquen. "Quizás los trabajadores municipales tengan que
pagar un poco más para seguro sanitario, pero espero que
no se vean mucho más afectados", dice. Sus buenos deseos
están acordes con los mensajes que suponen las abundantes
chapas que lleva en la solapa, con imágenes, entre otros,
de Nelson Mandela y del capuchino padre Solanus, quien
fundó un comedor social para pobres en Detroit durante la
Gran Depresión.

Monografias.comFinalizada
en el año 1922, esta iglesia católica de Detroit
estuvo abierta durante casi 70 años. La última misa
se celebró el 4 de agosto de 2006 y desde entonces
está abandonada.

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El Lee Plaza Hotel, construido en 1929 en pleno auge del
movimiento art déco y situado en el West Grand
Boulevard, es uno de los edificios históricos de la ciudad
de Detroit. Cuando los problemas económicos empezaron a
azotar la dirección del inmueble, éste se
reconvirtió en una residencia de ancianos hasta que
cerró a principios de los 90.

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Uno de las características más impactantes
de la ciudad declarada en bancarrota es que, a pesar de su
grandeza perdida, los edificios que representaban su época
dorada siguen en pie. El antiguo teatro de Michigan fue
construido en 1926 y, hoy en día, es uno de los mayores
exponentes de la decadencia de Detroit, según varios
historiadores. 

Irónicamente, el emblemático edificio
reconvertido en parking con techos de lujo decadente, fue
construido encima del pequeño garaje donde Henry Ford
fabricó su primer coche. La fuerza económica e
industrial que levantó y cimentó la ciudad se ha
convertido poco a poco en su perdición,
convirtiéndose en la metáfora de su
futuro.

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Imagen de una librería abandonada en un lugar no
detallado de Detroit.

Concurso de ideas… "desesperadas" (o cómo
continuar empujando la soga)

"En Detroit, una ciudad en bancarrota
económica, política y social, las esperanzas de
recuperación están en manos de organizaciones
comunitarias con proyectos como los de agricultura urbana, que
proporcionan alimentos y trabajo a sus habitantes"…
La
recuperación de Detroit pasa por reinventar la ciudad
(lavanguadia.com – 21/7/13)

Las estadísticas de Detroit ofrecen una clara
visión del estado de la ciudad estadounidense.
Según el Censo de 2012, la población de la ciudad
es 701.475 personas, 1,1 millones menos que en 1950.

Un 10,6 % de la población es blanca. El 82,7 %
son afroamericanos y el 6,8 % hispanos. Los ingresos "per
cápita" en la ciudad son 15.261 dólares, 10.000
dólares menos que en el resto del estado de
Michigan.

El porcentaje de personas que viven por debajo del
umbral de la pobreza: el 36,2 %, más del doble que en
Michigan.

Pero quizás más que las
estadísticas, una anécdota que refleja la
descomposición que vive desde hace años Detroit lo
proporciona Rebbeca Salminen Witt, presidenta de la
organización The Greening of Detroit.

Según dijo Salminen Witt a Efe, en muchos
vecindarios de Detroit, el lugar donde las familias realizan la
compra de alimentos es la tienda de la gasolinera de la esquina.
"Esa es la triste realidad", señala Salminen
Witt.

Su organización tiene el objetivo de transformar
Detroit en una urbe más sana, segura y verde a
través de proyectos de agricultura urbana y
recuperación de espacios industriales.

La ciudad padece graves problemas económicos,
políticos, medioambientales, sanitarios y sociales.
Prácticamente abandonada a su suerte en las tres
últimas décadas, son organizaciones como The
Greening of Detroit las que intentan salvar la ciudad
literalmente, hogar por hogar.

Recorrer algunos de los vecindarios de Detroit es una
experiencia similar a visitar la ciudad de Nueva Orleans tras el
paso del huracán "Katrina".

Casa tras casa está abandonada, sus ventanas
cubiertas con maderas, algunas calcinadas por fuegos, otras con
los tejados derrumbados, pintadas cubriendo muchas de sus
paredes. Y de vez en cuando, en medio de la destrucción,
un hogar habitado por alguna familia que resiste en medio de la
nada.

En ocasiones, las viviendas y factorías han sido
demolidas y han dejado enormes espacios vacíos de tierra
que salpican toda la ciudad. Es lo que algunos llaman "praderas
urbanas".

El parque Romanowski, situado en Southwest Detroit, una
de las zonas industriales más castigadas de la ciudad,
empezó de esa forma, como un espacio vacío de 29
hectáreas.

Su suerte parecía decidida cuando a principios de
año el ayuntamiento de Detroit, desesperado por ahorrar
dinero, decidió cerrar el parque Romanowski junto con
otros 49 parques de la ciudad.

The Greening of Detroit, con la ayuda de voluntarios y
las donaciones de algunas de las principales empresas que
todavía operan en la ciudad, intervino para evitar que el
parque se convirtiese de nuevo en una pradera urbana.

"Hoy en día tenemos una granja funcionando
aquí, un huerto con 120 árboles que producen seis
diferentes variedades de frutas, cinco campos de fútbol,
pistas de baloncesto y tenis, columpios y proyectos de
demostración de plantado de árboles", dice Salminen
Witt.

Los beneficios que el proyecto proporciona a la
comunidad de Southwest Detroit son económicos, laborales y
nutricionales.

"Proyectos como este elevan el valor de los hogares que
están cerca del parque. Los proyectos de jardinería
permiten añadir valor a la mesa. Si eres capaz de cultivar
comida no tienes que pagar tanto dinero en el mercado por
verduras de mala calidad", explica Salminen Witt.

En todo Detroit, los proyectos de agricultura urbana
puestos en marcha por The Greening of Detroit y otras
organizaciones similares producen 200 toneladas de alimentos al
año.

"La otra forma en que tiene un beneficio
económico directo es que empleamos a gente para que
trabaje en este parque. Nos ayudan a mantener los jardines, el
huerto y a cortar la hierba. Todos ellos aprenden oficios que
tienen mucha demanda así que los ayudamos a que puedan ser
empleados de nuevo", continúa.

La recuperación de espacios con proyectos de
agricultura urbana o reforestación también tiene
unas consecuencias positivas para la salud de las
comunidades.

"En este área hay un gran tráfico de
camiones, mucha industria pesada y paso de trenes. Las tasas de
asma en esta comunidad son astronómicas. Hemos concentrado
nuestros esfuerzos de reforestación aquí para
reducir los niveles de asma al mejorar la calidad del aire de
forma regular", dice la presidenta de The Greening of
Detroit.

"Durante años hemos plantado miles de
árboles aquí". "Con el replantado de árboles
también recuperamos suelos contaminados, lo que nos
permite ahorrar fondos municipales que quizás pueden ser
utilizados más directamente para ayudar a la comunidad"
termina.

Monografias.com

"Los problemas que llevaron a Detroit a declararse
en bancarrota la semana pasada son múltiples: el declive
industrial, las enormes facturas de pensiones, el endeudamiento
excesivo y la mala gestión. Pero la quiebra de Detroit
también puede atribuirse a la pérdida de más
de 1,2 millones residentes desde 1950. A medida que los
ciudadanos y los puestos de trabajo se fueron a otra parte, a la
localidad sólo le quedó el desplome de los ingresos
fiscales, la proliferación de la delincuencia, y las
calles abandonadas"…
Seis ideas para no terminar como
Detroit (BBCMundo – 23/7/13)

Otras ciudades del cinturón industrial
estadounidense también han perdido enormes proporciones de
su gente. ¿Cómo han enfrentado la crisis?
¿Qué han hecho al respecto?

1. Demoler edificios abandonados…

Conscientes de que las casas abandonadas atraen el
vandalismo, deterioran los barrios y espantan a los recién
llegados, algunas ciudades han desarrollado toda una industria de
la demolición.

Youngstown, Ohio, ha perdido 120.000 habitantes desde
1950. Su población se ha reducido a 66.000 personas. Por
ello, la concejal Janet Tarpley explica que se han demolido unas
4.000 casas en los últimos seis años.

Demolición

"Algunos de ellas estaban siendo utilizadas para lavar
dinero o como sedes de grupos de prostitución o carteles
de drogas. Ocupantes ilegales se apoderaban de las propiedades.
Ahora la calidad de vida ha mejorado para muchos
residentes".

El área se ve mucho mejor que en 2008 cuando
asumió el cargo, dice Tarpley, quien llama a las puertas y
les dice a los residentes que corten el césped cuando luce
descuidado. Los que no cumplan recibirán una visita de una
empresa de jardinería que trabaja para el distrito y
deberán pagar los costos.

Pero la demolición a gran escala tiene sus
críticos. Para empezar, es costosa: demoler una casa
cuesta unos US$ 10.000. Y algunos residentes aseguran que ha
acaba con barrios completos y ello evita que los promotores
inmobiliarios inviertan en el área.

"Los árboles no pagan impuestos" es el mantra de
algunos opositores a la demolición.

2. …y vender terrenos por US$ 25

Imagínese que tocan a su puerta para ofrecerle el
terreno de al lado por sólo $ 25. Eso es lo que ha
ocurrido en Flint, Michigan, en donde la población es
ahora la mitad de lo que era hace 50 años.

En 2002, Dan Kildee, quien nació en Flint y
actualmente es un congresista, estableció un sistema
llamado bancos de tierras, que se apropia de todos aquellos
terrenos privados que han sido abandonados.

"Digamos que hay una casa abandonada en una calle",
explica. "Recibimos la propiedad a través de una
ejecución fiscal, cuando el dueño deja de pagar los
impuestos. En lugar de subastarla en internet, la ponemos en el
banco de tierras".

"Y como tenemos demasiadas casas en una ciudad que ha
perdido mucha población, aceptamos lo que está
pasando y demolemos la estructura que ha sido abandonada y ya es
obsoleta. Llamamos a la puerta del vecino de al lado, que ha
estado pagando un alto precio por vivir al lado a esta casa
abandonada, y por sólo $ 25 le vendemos el terreno
después de que haya sido limpiado".

Así que en lugar de tener al lado un terreno
enorme y vacío, la casa pasa a tener un terreno extra de
24 metros, en los que la familia puede construir un garaje o un
patio de juegos. "Se convierte en una parte productiva del
paisaje".

3. Aceptar que lo más pequeño puede ser
mejor

"Eso es algo muy difícil para los
estadounidenses", dice Kildee, quien en 2010 fundó el
Centro para el Progreso de la Comunidad, que ayuda a reconstruir
barrios urbanos.

"La psique del pueblo estadounidense está basada
en la expansión. El crecimiento y la prosperidad eran la
misma cosa". "Pero eso significa muy poco para una persona que
vive en una ciudad que ha perdido población, cuando no es
probable que se recupere. Tenemos que repensar la forma en que
definimos la prosperidad".

4. Construir instituciones

Pittsburgh es ampliamente presentada como un caso de
éxito de reinvención, tras haber sido anfitriona de
la cumbre del G-20 en 2009, gracias a que -según explica
el profesor Michael Madison de la Universidad de Pittsburgh-
está cobrando cheques que se emitieron hace 50
años. Prohibieron los hornos de carbón de
leña en los hogares, por ejemplo, para limpiar el aire de
humo, y crearon la Autoridad Portuaria.

"Había un espíritu de colaboración
en los años 50. Se sabía que Pittsburgh
tendría que reinventarse. Ellos no sabían
cómo, pero pusieron en marcha algo de lo que
todavía nos estamos beneficiando", afirma
Madison.

Las dos universidades de renombre de la ciudad y su
centro médico de US$ 10.000 millones también
recibieron importantes sumas de dinero en los años 50 y
60.

Otras ciudades deberían identificar las
instituciones heredadas de la era industrial que puedan
proporcionar alguna base para la prosperidad futura, añade
el académico.

5. No dejarse atrapar por la historia

Pittsburgh era conocida como la Ciudad del Acero, de
modo que la fuerte caída del sector siderúrgico
representó un duro golpe para su identidad.

Una comunidad necesita tener una relación
dinámica con su historia y aprovechar los puntos fuertes
de esa memoria, dice Madison.

"Pittsburgh necesitaba poner una distancia saludable y
respetuosa entre su actualidad y su esencia de acero del siglo
XX. Todos aman la historia del acero, pero aceptan que no va a
volver".

La idea generalizada es que la ciudad ha superado su
crisis, pero aún barrios no muy visibles que siguen
sufriendo una pobreza terrible, dice Madison. Las viejas
fábricas de acero se encuentran en localidades ubicadas en
el perímetro de la ciudad, que han quedado al margen de la
reinvención económica de los últimos 10
años. "Las comunidades de la clase trabajadora siguen
colgando de un hilo".

6. Atraer puestos de trabajo adecuados

Cuando la industria del acero se derrumbó, el
instinto de los líderes económicos de Pittsburgh
fue buscar otros sectores que pudieran sustituir este tipo de
trabajos a gran escala, dice Madison. El objetivo era crear
más fábricas de televisores o carros, se
creía que ese era el santo remedio.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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